¿Cuáles fueron las causas que provocaron la Guerra de Yom Kipur 1973?

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  La Guerra de Yom Kipur, para los árabes la “Guerra de Octubre” o “Guerra del Ramadán” estalló el día más sagrado para los judíos, el Yom Kipur del 6/10/1973. Los ejércitos regulares de dos estados, Siria y Egipto, atacaron por sorpresa al estado hebreo. La guerra tuvo lugar, específicamente, en el Sinaí y en los Altos del Golán y continuó hasta el 24 de octubre de 1973 (día en que se fijó el cese de fuego) aunque los intercambios de disparos continuaron hasta el 26 de octubre en la península del Sinaí y hasta 1974 en las alturas del Golán.

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  Una de las razones del comienzo de la Guerra de Yom Kipur fue el sorprendente resultado de la Guerra los Seis Días (en 1967). Los israelíes estaban “especialmente confiados” en sus capacidades militares, subestimando la de sus enemigos. Las autoridades de Israel creían que su abrumadora superioridad aérea amedrentaría a sus enemigos para comenzar nuevos enfrentamientos. Entre otras cosas, los israelíes no valoraron la importancia de la entrada de misiles tierra-aire rusos, introducidos tras la guerra de 1967. Los israelíes tampoco midieron con exactitud los efectos de la “humillación” que había provocado en los árabes la guerra anterior de 1967.

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  Una de las razones del comienzo de la Guerra de Yom Kipur fueron los sorprendentes resultados de la Guerra los Seis Días (1967). Los israelíes no estaban dispuestos a renunciar a su dominio sobre los territorios conquistados en 1967. Además, Israel había logrado calmar y dominar la Guerra de Desgaste. Esta posición fue expresada con claridad en la declaración del Ministro de Defensa israelí Moshé Dayán: “Es mejor tener a Sharm el-Sheij (al sur del Sinaí) sin paz que paz sin Sharem el-Sheij”. Unos días antes de Yom Kipur en 1973, Golda Meir afirmó: “Nuestra situación nunca ha sido mejor”.

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  La Guerra de 1967 humilló a los líderes árabes, que encima perdieron vastos territorios. Estos líderes negaban la legitimidad de la existencia de Israel. Entre 1968- 1970, los árabes trataron de erosionar al ejército y a la economía israelí, a través de una larga Guerra de Desgaste. Sin embargo, tampoco tuvieron éxito. Dicha situación llevo a los líderes árabes a la conclusión que había que reconquistar los territorios perdidos (Sinaí y Gaza para Egipto y las Alturas del Golán en el frente Sirio) a través de otra guerra integral. El objetivo árabe en 1973 era recuperar las enormes tierras perdidas…

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  En septiembre 1970, el presidente egipcio Nasser murió de un ataque al corazón y Anwar El-Sadat fue nombrado para sucederlo. Sadat era considerado en Israel como un líder gris, carente de energía y carisma, reafirmando aún más la “sensación de seguridad” israelí. Entre 1971-1972 Sadat trató de iniciar, con el respaldo estadounidense, acuerdos diplomáticos provisionales para recuperar el Sinaí pero Israel no consideraba dichas intenciones como “sinceras” a la luz de los constantes ataques impulsados desde El Cairo. Sadat ordenó a sus comandantes planificar la operación “Granito” para recuperar el Sinaí. A la vez, convenció a los sirios para combatir.

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  El objetivo de Siria era ocupar todos los Altos del Golán y, también, ir más allá. Los egipcios creían a la luz de la superioridad aérea y tanquista israelí y, teniendo en cuenta que el ejército egipcio no podría mover sus sistemas antiaéreos rusos en las profundidades del Sinaí, el objetivo sería centrarse y fortificar posiciones a 10 km al este del Canal de Suez, con ataques tácticos hacia posiciones israelíes en las montañas aledañas. Este plan egipcio, que era más moderado que el sirio, le fue ocultado tanto a la Unión Soviética (su potencia aliada) como a los sirios.

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  El Presidente Sadat engañó a todo el mundo en 1973. Por un lado, engañó a los israelíes al atacarlos en su día más sagrado (Yom Kipur), provocando un shock general y duras pérdidas humanas. Además, engañó a sus aliados, Siria y la Unión Soviética. A Siria la convenció de ir a una guerra pero mientras que los sirios emprendieron una guerra total para conquistar todo el Golán, los egipcios emprendieron un proyecto militar más limitado pretendiendo tomar solamente 10 km al este del Sinaí. A los soviéticos los engañaron ya que al terminar 1973, Egipto se pasó al bloque pro-americano.

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  Egipto sufrió, en 1967, la peor derrota militar de su historia. Sin embargo, al término de la guerra, la Unión Soviética se comprometió a reponer y mejorar al ejército de Nasser. La URSS entregó a Egipto 120 aviones MIG-21 y 200 pilotos y 15.000 soldados accionaban parte del material bélico. En breve, Egipto logró balancear la ventaja militar israelí, en especial, gracias a las baterías misilisticas soviéticas tierra-aire que impedían que los aviones israelíes volasen libremente. Los Estados Unidos carecían de respuesta a estos misiles soviéticos. Sumado, el gobierno de Nixon rehusaba equiparar la intervención militar soviética en la zona.

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  Sadat era visto como un presidente momentáneo ya que, según se decía, carecía del carisma y el apoyo que disfrutaba Nasser. Sin embargo, al cabo de un tiempo, Sadat logró estabilizar su gobierno. Por un lado, eliminó a sus ministros extremistas para que no lo condujesen a otra guerra contra Israel. Por otro lado, decidió salir a una nueva guerra contra Israel en el momento oportuno para sus intereses. La fecha escogida: Yom Kipur 1973. Sadat veía que las negociaciones entre Egipto e Israel; según lo acordado en los principios del “Programa Rogers”, no daban los frutos esperados por él.

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  En el verano de 1971, Egipto firmó un acuerdo de “amistad militar” con la Unión Soviética. A la par, anuló el cese de fuego con Israel, a pesar de prometer a los Estados Unidos que no reanudaría acciones militares en el Canal de Suez. En Israel, Sadat era visto como un presidente débil e inseguro, reafirmándose la “concepción” que Egipto no atacaría a Israel hasta no poseer “superioridad aérea”, y menos, con un presidente como Sadat. Los años 1971-1972 fueron tranquilos para Israel. La Unión Soviética permitió la salida de casi 100.000 judíos que llegaron a Israel como “nuevos inmigrantes”.

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  En julio de 1972, el presidente Sadat anunció, dramáticamente, que los especialistas soviéticos en suelo egipcio abandonarían el país. Se trató solo de una maniobra para convencer a los israelíes que Egipto no pretendía salir a una nueva guerra. Israel se convenció de esto, reforzando su “concepción” (que Egipto no atacaría a Israel hasta no poseer “superioridad aérea”, y menos, con un presidente como Sadat). En 1971 Sadat anunció que ese año se vivirían “sucesos decisivos” pero al final nada ocurrió. Durante 1972, se repitió el amague. En octubre 1973, Egipto junto a Siria, iniciaron la guerra de Yom Kipur.

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  En septiembre 1973 se produjo un combate aéreo entre Siria e Israel. En la batalla, 13 aviones sirios fueron destruidos y un avión israelí fue derribado. Todo confirmaba que la superioridad israelí era terminante por lo que pensar en una opción militar resultaba absurdo. Tras este enfrentamiento se produjo un reagrupamiento de fuerzas árabes en el norte y en el sur. Israel entendió estos movimientos militares como una consecuencia de la batalla en Siria. Durante estos días, Siria y Egipto acordaron secretamente que saldrían a una guerra conjunta contra Israel. El reino de Jordania prefirió, ésta vez, mantenerse al margen.

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  Tras el fracaso de la Guerra de los Seis Días, Siria y Egipto realizaron una serie de consultas con los países árabes para coordinar futuras acciones militares contra Israel. Parte de los países árabes se comprometieron a proporcionar fuerzas expedicionarias de diversos tipos y tamaños. Algunos países también se comprometieron a pagar esa futura guerra destructiva. Los países que se comprometieron a enviar fuerzas militares fueron Libia, Argelia, Marruecos, Sudán, Túnez y Kuwait. En algunos casos, los países árabes también llevaron a cabo transacciones para la compra de armas tras consultar las necesidades futuras con sus homólogos egipcios y sirios.

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  A diferencia de la disposición mostrada por los países árabes para apoyar una futura guerra de Siria y Egipto contra Israel, el rey Hussein de Jordania tomó una posición contraria. Hussein, que poseía la mayor frontera terrestre con Israel, creía que los ejércitos árabes no tenían ninguna posibilidad de superar a las fuerzas israelíes. En varias ocasiones expresó su firme oposición a abrir un tercer frente e incluso se opuso a permitir que fuerzas de apoyo pasasen por su territorio. Al principio, Israel temía que Hussein cedería, manteniendo fuerzas también en este frente. Hussein de Jordania no participó en esta guerra.

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  Egipto y Siria basaban su fuerza en la ayuda de los países árabes y el apoyo del “patrón”, la Unión Soviética. Bajo Leonid Brezhnev, URSS pretendía ampliar su influencia. Los soviéticos eran, prácticamente, los únicos proveedores de armas de los países árabes, gracias a su voluntad para vender grandes cantidades de armas a precios relativamente baratos en comparación con las alternativas y con excelentes condiciones de crédito. Esta potencia también brindaba capacitaciones para usar las armas, implementación de sus doctrinas militares y un asesoramiento constante. La Unión Soviética también estaba dispuesta a enviar fuerzas combatientes a favor de sus aliados.

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  Desde finales de 1967 y la Guerra de Yom Kipur (1973), Israel comenzó a tejer una relación más estrecha con los Estados Unidos. La mayoría de las armas que se compraron durante este período eran de Estados Unidos (antes eran francesas). Ambos países cooperaban también en la investigación, desarrollo de armas y en inteligencia militar. En este período, la presencia militar permanente estadounidense en el Mediterráneo sudoriental se veía con los barcos de guerra de la Sexta Flota. Los norteamericanos seguían combatiendo en Vietnam y no estaban interesados en otra escalada contra la Unión Soviética. Eran los días del “Detente”.

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  En 1973, Israel poseía 350.000 soldados (incluyendo reservistas), Egipto contaba con 650.000 y Siria con 150.000 soldados. Israel poseía 2.100 tanques (aún no tenía el Merkava), Egipto 2.200 y Siria otros 1.650. Israel poseía 800 cañones, mientras que Egipto y Siria sumaban 3.450 piezas. En término de aviones de combate, Israel disponía de 430 aviones mientras que Egipto sumaba 400 y Siria 300. La innovación de ésta guerra es que Egipto poseía 146 baterías de misiles tierra-aire (para derribar aviones), Siria 34 mientras que Israel solamente poseía 10. ¡Un ataque sorpresa contra Israel podía ser fatal!

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  Tras la Guerra de 1967, Egipto y Siria deseaban el regreso de la tierra perdida en la guerra de los Seis Días. En septiembre 1967, la Cumbre Árabe de Jartum emitió los “tres no”, resolviendo que no habría “ni paz, ni reconocimiento, ni negociación con Israel”. En los años posteriores a la guerra, Israel erigió líneas de fortificación, tanto en el Sinaí como en el Golán. En 1971, Israel gastó 500 millones de dólares fortificando sus posiciones sobre el Canal de Suez, una cadena de fortificaciones y terraplenes enormes conocida como la Línea Bar-Lev (en honor al general Jaim Bar-Lev).

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  En 1971, Sadat, en respuesta a una iniciativa del mediador de la ONU, Gunnar Jarring, declaró que si Israel se comprometía a “la retirada de sus fuerzas armadas del Sinaí y la Franja de Gaza”, al “logro de una solución justa para los refugiados”, y a “la retirada de las fuerzas armadas israelíes de todos los territorios ocupados desde 5/6/1967”, y a la aplicación de otras disposiciones de la Resolución 242 del Consejo de Seguridad, Egipto entonces “estará listo para entrar en un acuerdo de paz con Israel”. Israel respondió que no se retiraría a las líneas anteriores al 5/6/1967.

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  Sadat esperaba que al infligir una derrota, incluso limitada, sobre los israelíes, mejoraría la situación post-guerra 1967. Hafez al-Asad, el líder de Siria, tenía un punto de vista diferente. Él tenía poco interés en la negociación y sintió que la reconquista de los Altos del Golán sería una opción puramente militar. Tras la guerra de los Seis Días, Assad había puesto en marcha un rearme militar masivo esperando que Siria fuese el poder militar dominante de los estados árabes. Assad creía que por la fuerza podía recuperar el Golán y luego obligar a Israel a renunciar a Cisjordania y Gaza.

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  Sadat tenía problemas internos para desear salir a una nueva guerra. “Los tres años en que Sadat había tomado el despacho […] fueron los más desmoralizados de la historia egipcia […]. Una economía disecada añadida al desaliento de la nación. La guerra era una opción desesperada”. En la biografía de Sadat, Rafael Israelí argumentó que Sadat sintió que la raíz del problema estaba en la gran vergüenza sufrida en la guerra de los Seis Días, y antes que, pudiera introducirse cualquier reforma sintió que esa vergüenza había de ser superada. Una victoria militar le daría la “popularidad” para hacer cambios.

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  El rey Hussein de Jordania temía otra pérdida de territorio como había ocurrido en la Guerra de los Seis Días, en donde Jordania perdió toda la Cisjordania, territorio que había anexado ilegalmente en 1948-49, duplicando su población. Sadat respaldaba a la OLP y le prometió a Yasser Arafat que le daría control de Cisjordania y Gaza. Hussein todavía veía a Cisjordania como parte de Jordania y quería recuperarla. Además, en el Septiembre Negro de 1970, una guerra civil había estallado entre la OLP y el gobierno jordano… Siria había intervenido militarmente a favor de la OLP, sorprendiendo al rey Hussein.

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  Irak y Siria también tenían relaciones tensas por los que los iraquíes se negaron a unirse a la ofensiva inicial. Líbano no entró en la guerra debido a su pequeño ejército y su inestabilidad. Los meses anteriores a la guerra vieron a Sadat participando en una ofensiva diplomática para tratar de ganar apoyo para su nueva guerra contra Israel. En otoño de 1973, Anwar El-Sadat reclamó el respaldo de más de un centenar de estados. Estos eran: la mayoría de los países de la Liga Árabe, el Movimiento de los Países No Alineados y la Organización de la Unidad Africana.

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  Irak y Siria también tenían relaciones tensas por lo que los iraquíes se negaron a unirse a la ofensiva inicial. Líbano no entró en la guerra debido a su pequeño ejército y su inestabilidad. Hussein de Jordania rechazaba de plano volver a entrar en combate contra Israel. Sadat de Egipto también había trabajado para ganarse el favor de Europa y tuvo cierto éxito antes de la guerra. Gran Bretaña y Francia, por primera vez, se pusieron de parte de las potencias árabes contra Israel en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. La traición europea hacia Israel se repetiría.

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  Según Henry Kissinger, 4 meses antes que la guerra estallara, él le ofreció a Ismail, emisario de Sadat, que la soberanía sobre la península del Sinaí retornara a Egipto e Israel se retirara de todo el Sinaí, exceptuando algunos puntos estratégicos para Israel. Ismail dijo que iba a volver con la respuesta de Sadat, pero nunca regresó. Sadat ya había determinado ir a la guerra contra Israel. Sólo una garantía estadounidense del cumplimiento de todo el programa árabe (que obligaba a una capitulación israelí a las condiciones de Sadat) en un tiempo breve, podría haber disuadido a Sadat no combatir.

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  El Presidente Sadat declaró que Egipto estaba dispuesto a “sacrificar un millón de soldados egipcios” por recuperar su territorio perdido. Desde finales de 1972, Egipto inició un esfuerzo concentrado para aumentar sus fuerzas, recibiendo aviones de combate MiG-21; misiles antiaéreos SA-2, SA-3, SA-6 y SA-7; tanques T-55 y T-62; armas antitanque RPG-7; misiles guiados antitanque AT-3 Sagger de la Unión Soviética; y la mejora de sus tácticas militares, basadas en doctrinas de batalla soviéticas. Generales políticos, que tuvieron en gran parte la responsabilidad de la derrota en 1967, fueron sustituidos por otros competentes. Egipto deseaba una nueva guerra contra Israel.

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  Uno de los objetivos no declarados de Egipto en la Guerra de Desgaste era obligar a la Unión Soviética a abastecer a Egipto con armas más avanzadas. Egipto sintió que la única forma de convencer a los líderes soviéticos de las deficiencias de la mayor parte del armamento y defensa aérea suministrados a Egipto después de 1967 era poner a las armas soviéticas a prueba contra del armamento avanzado que Estados Unidos había suministrado a Israel. Los soviéticos intentaron evitar una nueva conflagración entre los árabes e israelíes a fin de no dejarse arrastrar a una confrontación con Estados Unidos.

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  Los soviéticos intentaron evitar una nueva conflagración entre los árabes e israelíes para no dejarse arrastrar a una confrontación con Estados Unidos. Las superpotencias se reunieron en Oslo y acordaron mantener el statu quo. Esto era inaceptable para Egipto, y cuando se descubrió que se estaban haciendo preparativos egipcios para cruzar el canal, tuvieron que expulsar a los soviéticos de Egipto. En julio 1972, Sadat expulsó a casi todos los 20.000 asesores militares soviéticos y reorientó la política exterior de su país para que sea más favorable al bloque de Estados Unidos. Los sirios permanecieron cerca de la Unión Soviética.

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  Los soviéticos pensaban que Sadat tenía escasas posibilidades en cualquier guerra. Tanto los soviéticos como los estadounidenses estaban persiguiendo la distensión (Detent), y no tenían ningún interés en que el Medio Oriente se desestabilizara. En una reunión de junio de 1973 con el presidente estadounidense Richard Nixon, el líder soviético Leonid Brezhnev propuso que Israel regresara a la línea de cese de fuego de 1967. Brezhnev dijo que si Israel no lo hacía -“vamos a tener dificultades para mantener la situación militar bajo control”-, una indicación que la Unión Soviética había sido incapaz de frenar los planes belicistas de Sadat.

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  En una entrevista publicada en la revista Newsweek (9/4/1973), el presidente Sadat amenazó otra vez con una guerra contra Israel. En varias ocasiones, durante 1973, las fuerzas árabes llevaron a cabo ejercicios a gran escala que ponían a los militares israelíes en el más alto nivel de alerta, solo para retroceder a los pocos días. El liderazgo israelí creía que si un ataque se llevaba a cabo, la Fuerza Aérea de Israel podría repelerlo. La concepción israelí era que esa misma superioridad aérea prevenía un posible ataque de los egipcios, quienes fueron derrotados (humillados), en solo 4 horas, en 1967.

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  Casi un año antes de la guerra, el 24/10/1972, en reunión con su Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, Sadat declaró su intención de ir a la guerra contra Israel, incluso sin el apoyo soviético. La planificación comenzó en 1971 y se llevó a cabo en secreto absoluto. Los soldados no fueron informados hasta pocas horas antes. El plan para atacar a Israel, con Siria al mismo tiempo, fue nombrado en código Operación Bader (en árabe, “luna llena”), en honor a la batalla de Bader, en el que los musulmanes bajo Mahoma derrotaron a la tribu Qureish de La Meca.

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  La Inteligencia Militar israelí (“Aman”) evaluó las probabilidades de guerra en 1973. Primero, supuso correctamente, que Siria no iría a la guerra sin Egipto. En segundo lugar, el departamento fue informado por el espía del Mossad Ashraf Marwan, hijo político del ex-presidente Nasser, que aunque Egipto quería recuperar todo el Sinaí, no iba a ir a la guerra hasta que le fueran suministrados los cazabombarderos MiG-23 para neutralizar la Fuerza Aérea de Israel, y los misiles Scud, para ser utilizados contra ciudades israelíes como un elemento de disuasión contra los ataques israelíes a la infraestructura egipcia. Allí estaba el error.

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  Teniendo en cuenta que Egipto aún no habían recibido los MiG-23 y los misiles Scud sólo habían llegado a Egipto desde Bulgaria a fines de agosto y que tomaría cuatro meses para entrenar a los equipos de tierra egipcios, Aman (el servicio de inteligencia militar de Israel) pronosticó que la guerra con Egipto no era inminente. Esta suposición sobre los planes estratégicos de Egipto, conocida como “el concepto”, perjudicó fuertemente el pensamiento del departamento y lo llevó a desestimar otras advertencias de la guerra. El gobierno de Israel comprendió que la guerra era inminente… el mismo día del ataque sorpresa.

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  A mediados de 1973, Aman (la inteligencia militar israelí) estaba casi completamente al tanto de los planes de guerra árabes. Se sabía que los ejércitos egipcios Segundo y Tercero intentarían cruzar el canal de Suez para avanzar diez kilómetros en el Sinaí, seguidos por divisiones blindadas que avanzarían hacia los pasos de Mitla y Guidi, y que las unidades navales y paracaidistas entonces intentarían capturar Sharm El-Sheij. Sin embargo, los analistas israelíes, guiados por su “concepto”, no creían que los árabes estuvieran comprometidos a ir a una nueva guerra. Israel poseía un espía (quizás doble) dentro de Egipto, Ashraf Marwan.

  Ashraf Marwan

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  Los egipcios hicieron mucho por confundir a Israel. Los israelíes lo veían como un líder débil que no saldría a la guerra sin superioridad aérea. Tanto los israelíes como los estadounidenses consideraron que la expulsión de los observadores militares soviéticos había reducido gravemente la eficacia del ejército egipcio. Los egipcios hicieron repetidos informes engañosos que le llegaron a Israel, sobre la falta de piezas de repuestos para sus armas y problemas en el entrenamiento de sus soldados. Sadat se había comprometido durante tantos años a atacar a Israel que sus amenazas de guerra frecuentes estaban siendo ignoradas por el mundo.

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  En abril y mayo de 1973, la inteligencia israelí (Aman) comenzó la captación de señales claras de las intenciones de Egipto para la guerra, reconociendo que tenía las divisiones y equipos necesarios para cruzar el canal de Suez, y un paraguas de misiles para proteger a cualquier operación de cruce de un ataque aéreo. Sin embargo, el jefe de Aman Eli Zeira todavía estaba seguro que la probabilidad de guerra era escasa. En mayo y agosto de 1973, el ejército egipcio llevó a cabo ejercicios militares cerca de la frontera, confundiendo a Israel que se movilizó erróneamente (un costo elevado).

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  En la semana previa a Yom Kipur de 1973, el ejército egipcio organizó un ejercicio de entrenamiento de una semana junto al canal de Suez. La inteligencia israelí, detectando grandes movimientos de tropas hacia el canal, desestimó estos movimientos como meros ejercicios de entrenamiento. También se detectaron movimientos de las tropas sirias hacia la frontera, al igual que la cancelación de los permisos y una llamada de reservas en el ejército (sirio). Se consideró a estas actividades desconcertantes, pero no una amenaza porque, Aman creía, no atacarían sin Egipto, y Egipto no atacaría hasta que llegara el armamento que quería.

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  El 27 y 30 de septiembre de 1973, dos lotes de reservistas fueron llamados por el ejército egipcio para participar en sendos ejercicios militares. Dos días antes de la guerra, el 4 de octubre, el comando egipcio anunció públicamente la desmovilización parcial de los reservistas llamados durante el 27 de septiembre para calmar sospechas del lado israelí. El 1 de octubre, un investigador de Aman, teniente Benjamín Siman-Tov, presentó una evaluación argumentando que los despliegues eran un camuflaje para cruzar el Canal de Suez. Siman-Tov envió una evaluación más exhaustiva el 3 de octubre. Ambas fueron ignoradas por su superior.

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  Según el general egipcio El-Gamasy, “El sábado 6 de octubre de 1973 (10 de Ramadán 1393) fue el día elegido. Era un día de ayuno en Israel, y la luna en ese día, 10 de Ramadán, brilló desde el atardecer hasta la medianoche”. La guerra coincidió ese año con el mes musulmán del Ramadán, cuando muchos soldados musulmanes también ayunaban. Paralelamente, el hecho que el ataque fue lanzado en Yom Kipur puede haber ayudado a Israel a reunir fácilmente a sus reservistas desde sus hogares y sinagogas. Además, las carreteras de Israel estaban libres, aliviando la movilización de los militares.

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  El rey Hussein de Jordania se había reunido con Sadat y Assad en Alejandría dos semanas antes de la guerra de 1973. Por lo visto, no le contaron los planes específicos de la guerra. En la noche del 25 de septiembre, Hussein en secreto voló a Tel Aviv para advertir a la primer ministro israelí Golda Meir sobre un ataque sirio inminente. “¿Van a la guerra sin los egipcios?, preguntó la señora Meir. El rey dijo que no lo creía. “Creo que [los egipcios] cooperarán”. Esta advertencia fue ignorada y Aman concluyó que el rey no le había dicho nada desconocido.

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  A lo largo de septiembre de 1973, Israel recibió once advertencias de guerra de fuentes bien situadas. Sin embargo, el Director General del Mossad, Tzvi Zamir, siguió insistiendo en que la guerra no era una opción árabe, incluso después de la advertencia del rey Hussein de Jordania. Zamir más tarde remarcó que “simplemente no nos pareció que ellos fueran capaces [de guerra]”. El general Ariel Sharon, quien se había retirado entregando su cargo de general de la zona sur del ejército israelí a Shmuel Gonen, si reconoció, un día antes de la guerra, que el ataque desde Egipto era inminente.

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  El 4 y 5 de octubre de 1973, la preocupación de Zamir creció a medida que se detectaron signos adicionales de un ataque inminente. Los asesores soviéticos y sus familias salieron de Egipto y Siria, los aviones de transporte cargados con equipo militar aterrizaron en El Cairo y Damasco, y fotografías aéreas revelaron que las concentraciones en Egipto y Siria de tanques, infantería y misiles SAM estaban en un nivel sin precedentes. El espía egipcio Ashraf Marwan, que trabajaba para el Mossad, informó que habría un ataque el 6 de octubre a la tarde aunque finalmente ocurrió unas horas antes.

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  Al enterarse del inminente ataque, la Primer Ministro de Israel Golda Meir tomó la controvertida decisión de no lanzar un ataque preventivo. La estrategia israelí siempre estuvo basada en el precepto que si la guerra era inminente, Israel debía lanzar un ataque preventivo. Se suponía que los servicios de inteligencia de Israel darían, en el peor de los casos, un aviso de 48 horas antes del ataque árabe. Golda Meir decidió no lanzar un ataque preventivo contra Siria-Egipto para no ser culpada de haber comenzado Israel los combates. “Si atacamos primero, no vamos a obtener ayuda de nadie”, dijo Meir.

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  La Primer Ministro Golda Meir, el Ministro de Defensa Moshe Dayan, y el Jefe del Estado Mayor David Elazar se reunieron a las 08:05 del día de Yom Kipur, seis horas antes de comenzar la guerra. Dayan dijo que la guerra “no era una certeza”. Elazar pidió un ataque preventivo contra los aeródromos y misiles sirios al mediodía. Golda Meir decidió que “No habría ningún ataque preventivo”. Israel podría estar necesitando la ayuda estadounidense muy pronto y era imperativo que no fuera a ser culpado por iniciar la guerra. “Si atacamos primero, no vamos a obtener ayuda de nadie”, dijo.

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  Antes de la guerra de Yom Kipur de 1973, Henry Kissinger (Ministro de Exteriores norteamericano) y Richard Nixon (Presidente Estados Unidos) advirtieron constantemente a Meir que ella no debía ser la responsable de iniciar una guerra regional. El 6/10/1973, el día del inicio de la guerra, Kissinger le dijo a Israel que “no diera un ataque preventivo” y Meir le confirmó que Israel no lo haría. Israel dependía de las armas norteamericanas y el suministro de municiones ya que muchos países temían la amenaza de un embargo de petróleo y el boicot comercial árabe, dejando de suministrarle municiones a Israel.

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  Después que la Primer Ministro Golda Meir tomase la decisión de no ejecutar un ataque preventivo en contra de Siria-Egipto, a las 10:15, se reunió con el embajador estadounidense Kenneth Keating con el fin de informar a Estados Unidos que Israel no tenía la intención de iniciar una guerra preventiva y pidió que los esfuerzos de Estados Unidos fueran orientados a la prevención del ataque. Un telegrama con el informe de Keating fue enviado a Estados Unidos unas horas más tarde. Estos esfuerzos tardíos fueron inútiles. Según Henry Kissinger, si Israel hubiera atacado primero, no habría recibido “ni un clavo”.

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  El 6 de octubre de 1973, el Jefe del Estado Mayor del ejército israelí David Elazar propuso una movilización de toda la Fuerza Aérea y cuatro divisiones blindadas, un total de 100.000 a 120.000 soldados; mientras que Moshé Dayan favoreció una movilización de la Fuerza Aérea y dos divisiones blindadas, un total de alrededor de 70.000 tropas. Golda Meir optó por la propuesta de Elazar. Tras haber decidido no hacer un ataque preventivo, el gobierno de Israel decidió ejecutar un rápido enrolamiento de sus reservistas cuando ya era evidente que comenzaba el ataque sorpresa de Egipto y Siria contra Israel.