¿Qué quieren decir los tipos de Tonos de una repuesta?
- Amigable: Por tu mente y corazón para explicarle a quien no tiene porque saber.
- Corrector: El argumento del otro tiene errores, corrige y muestra quien sabe.
- Refutador: La persona cree que es gratis agredir al “judío”, que él sea quien se justifica.
- Fulminador: La otra persona cree que agredir al judío es gratis, ¡es hora de decir basta!
La Primera Intifada (1987 a 1991)
Autor: Admin Hasbara1000 palabras que deberíamos saber sobre la Primera Intifada (1987 a 1991)
La Primera Intifada comenzó en diciembre de 1987 luego de un accidente en el que murieron cuatro obreros palestinos del campo de refugiados de Djebalia en Gaza, que volvían en taxi de sus trabajos. Un camión israelí chocó con el taxi, y los palestinos lo interpretaron como intencional, en venganza por el acuchillamiento de un israelí, dos días antes en Gaza. Los disturbios se extendieron rápidamente a toda Gaza y Cisjordania, como una revuelta popular, protagonizada por hombres, mujeres y niños a la salida de la escuela, que lanzaban piedras contra patrullas de soldados israelíes. Otros métodos fueron de tipo “resistencia civil”, como la negativa a pagar impuestos, el boicot a productos israelíes y las repetidas huelgas de trabajadores y de comercios. Luego se sumaron bombas molotov, quema de neumáticos y más tarde armas de fuego como granadas de mano, rifles y atentados con explosivos. Las armas de fuego fueron utilizadas, especialmente, para matar a sospechosos de colaboracionistas con Israel. Sin embargo, los palestinos lograron mantener una imagen de manifestación pacífica y resistencia pasiva a la ocupación. Las razones fueron más profundas: la creencia, luego del “Acuerdo Djibril” y la liberación de cientos de terroristas palestinos, de que Israel estaba débil y que se podía terminar con la ocupación y crear un Estado palestino por la fuerza; un sentimiento de aislamiento, según el cual el mundo y también los países árabes habían olvidado a los palestinos y a su causa, sobre todo en ausencia de su liderazgo tradicional (Yasser Arafat y la Organización para la Liberación de Palestina, OLP), exiliada en Túnez desde la Guerra del Líbano; aumento de las tensiones entre palestinos, colonos judíos de los territorios y el ejército israelí, con numerosos actos de violencia mutuos; la radicalización palestina, a raíz del crecimiento de grupos religiosos fundamentalistas, en especial el Hamás; deterioro económico de la población palestina que, luego de los primeros años de prosperidad bajo la ocupación israelí, vieron aumentada sobremanera su población, pero no del mismo modo el empleo, luego de la baja del precio mundial del petróleo, lo que hacía mermar la emigración laboral a los países árabes. La Intifada, que al parecer comenzó espontáneamente, fue dirigida en un principio por una “Comandancia unificada” y no directamente por la OLP. Sin embargo, en dicha comandancia estaban representados los partidos políticos palestinos que eran parte de la OLP. En este contexto se desarrolló un liderazgo local que sería clave para el triunfo de la Intifada su logro máximo, los Acuerdos de Oslo. Las reacciones israelíes se centraron en el ámbito operativo militar. Se reorganizaron las unidades del ejército para un mejor emplazamiento, y se crearon nuevas unidades y comandancias. Itzjak Rabin, entonces ministro de Defensa, llamó a “romperles los huesos” y, en otra declaración, a “romper sus brazos y piernas”. Se refería a neutralizar sus posibilidades de lanzar piedras, para lo cual utilizaban sus piernas (para asistir a manifestaciones o correr), y sus brazos (para lanzar piedras). Si se quiere, un pensamiento militar lineal, pero estos dichos recorrieron el mundo, comenzando a ilustrar un Israel brutal e inmoral. Los medios de comunicación pudieron cubrir libremente los incidentes, pues el gobierno israelí no quiso renunciar al valor democrático de la libertad de expresión. Imágenes de soldados apaleando jóvenes civiles palestinos recorrieron el mundo. La antigua imagen de Israel como David y el mundo árabe como Goliat se invirtió, pues un nuevo personaje había aparecido en escena, más débil que el pequeño Israel: el pueblo palestino. Ahora Israel era Goliat y los palestinos, David: débiles, oprimidos y heroicos. A pesar de que actividades de Hasbará (Esclarecimiento de los actos de Israel con hechos probados) ya existían por lo menos desde la Primera Guerra del Líbano, que fue la primera guerra televisada, por lo cual surgieron organizaciones como Camera en EEUU, que respondía con cartas a la redacción cuando el medio tergiversaba los hechos, fue la Primera Intifada el verdadero hito fundacional de lo que conocemos hoy en día como Hasbará, pues Israel y las comunidades judías se encontraron con una verdadera eclosión de prensa hostil, junto con actividades de la izquierda política occidental que comenzaron a ilustrar toda la existencia del Estado de Israel como ilegítima, llamando al desmantelamiento de la “entidad sionista”. No se trataba ya de voces o grupos marginales, sino de organizaciones del “mainstream” intelectual y político. Incluso voces del establishment político y cultural norteamericano, tradicionalmente amigas de Israel, reaccionaron con decepción por las políticas israelíes. A nivel interno, la sociedad israelí se polarizó entre sus ya existentes sectores de izquierda y de derecha. Los colonos de los territorios reclamaron más mano dura por parte del ejército, e incluso se generalizó la portación de armas por su parte. Los palestinos asistieron al surgimiento del Hamás y su paso a la fase violenta, lo que competía por primera vez con las organizaciones radicales laicas agrupadas en la OLP. Los palestinos ganaron la Intifada, si bien al alto precio de unas 1.600 vidas, según datos de B’tselem. La llamada “Guerra de las piedras” dio visibilidad al pueblo y a la causa palestina como no lo había hecho nunca. En el contexto del fin de la Guerra Fría, la Administración Bush (padre) vio el conflicto palestino israelí, y por extensión el árabe-israelí en su totalidad, como el último foco bélico a ser apagado luego de la Guerra del Golfo, en camino a imponer su “Nuevo Orden Internacional”. El resultado fue la convocatoria casi forzosa a la Convención de Madrid en 1991. Poco después, aquel liderazgo local surgido de la Intifada, junto con líderes israelíes de segunda línea, comenzarían a reunirse y negociar, con vistas a los subsiguientes Acuerdos de Oslo, en 1993. Parte del “botín de guerra” palestino serían estos acuerdos, que conllevarían a la creación de la Autonomía Palestina, que ellos veían como un preludio al futuro Estado palestino. En ese contexto, el liderazgo de Túnez regresaría a la zona, convirtiéndose Yasser Arafat en Presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y líder indiscutido del pueblo palestino.